Niños creativos, adultos literales

Hoy en día la creatividad e innovación son dos aspectos muy bien valorados e indispensables en el ámbito profesional, pero en la escuela pasa todo lo contrario y eso hace que cuando los niños son mayores ya no son tan creativos como cuando eran pequeños.

Hoy en día la creatividad e innovación son dos aspectos muy bien valorados e indispensables en el ámbito profesional, en cambio, en la escuela pasa todo lo contrario y eso hace que cuando los niños son mayores ya no son tan creativos como cuando eran pequeños.


Los niños pequeños son creativos, arriesgan, improvisan, no tienen miedo a equivocarse, pero los adultos penalizamos, en general, el error, y eso hace que los niños vayan perdiendo la creatividad y las ganas de innovar ya que para poder innovar se tiene que estar dispuesto a fracasar.

 

Fernando Alberca relata en uno de sus libros, “Si un maestro pide a un niño que dibuje un paisaje y el crío es muy original y pinta todo de negro, el profesor le rectifica; el profesor no está preparado para ser sorprendido y, habitualmente, no le gusta ser sorprendido; el profesor quiere que las respuestas en los ejercicios y en los exámenes se ajusten a lo que dice el libro o él ha explicado, y eso limita el potencial de los niños, los hace más torpes y menos inteligentes porque utilizan poco la imaginación, no se les deja ser creativos, y así pasa que, cuando salen de primaria, y aún más de secundaria, son menos creativos que cuando llegaron a la escuela”.

 

Además, en el ámbito profesional, se pide gente creativa, innovadora, emprendedora, que piense, que tenga ideas originales, que busque soluciones propias pero en cambio en la escuela se pide todo lo contrario, que los niños sepan y escriban en los exámenes lo que pone en el libro o lo que ha explicado el profesor en clase. No se les deja tener opinión, libertad de expresión, se tienen que limitar a aprender las cosas exactamente tal y como se les dice que son. Eso hace que los alumnos que sacan buenas notas, en general, cuando salen de la escuela y entran en el ámbito profesional no saben improvisar, innovar, no saben encontrar soluciones e ideas ni ir más allá de lo que han aprendido de los apuntes; solo son buenos en la escuela, donde les daban la solución que seguir y tenían que hacer las cosas cómo les decían, de una única manera, sin pensar diferente.